NO HACER UNA DE SUPERHÉROES

NO HACER UNA DE SUPERHÉROES

Para ser sinceros debo decir que ignoro el motivo que me había llevado a creer que Isabel Coixet iba a ser parca en palabras, distante y mucho menos divertida de lo que anoche resultó ser durante la charla que ofreció en la sala de proyecciones del auditorio de Guía de Isora ante un público numeroso y expectante; y eso que había dicho de sí misma, poco antes, que no se sentía una persona especialmente sociable. Sobre el escenario, en los sillones rojos, Javier Tolentino (director y presentador de El Séptimo Vicio, programa radiofónico sobre cine de Radio 3) entabló una conversación bastante doméstica con la directora, como si ambos estuvieran en el salón de casa de uno de ellos un domingo por la tarde.

Lo dicho, Coixet se mostró sincera, agradable, habladora y visceral. No parece persona que oculte sus ideas o sentimientos tras una máscara escupida a golpe de fama y distancia. Más bien todo lo contrario. A la pregunta a bocajarro que Tolentino le lanzó en tono casi distraído pero con acento trascendental, «¿Qué te preocupa?», así, en general, la directora miró un instante al techo, apretó los labios y buscó palabras si no exactas, al menos de una espontaneidad sorprendente: «Que la gente no se entienda. Que ni siquiera los siete vecinos de un edificio sean capaces de ponerse de acuerdo sobre el gotelé de las paredes». Detrás de esta reflexión flotaba el asunto catalán, claro, la tan traída y llevada independencia que, literalmente, le ha golpeado a la cara: exactamente una senyera sobre la que estaba escrita la palabra llibertat. Coixet contó que una señora desconocida se le acercó en la puerta de su casa y, después de arrojarle una bandera catalana, le grito: «¡Escriba sobre esto!». Coixet se quedó ojiplática. Cuando llegas a estos niveles es que la cosa no va nada bien. Luego nos dijo que pese a que no suele esquivar el tema, a estas alturas se siente verdaderamente agotada cuando sale en entrevistas o conversaciones. «Lo que está sucediendo en Cataluña me tiene exhausta, muy exhausta y me ha ocasionado mucho dolor». Nacer en Cataluña, había añadido minutos antes, no es más que un accidente. Hubo un silencio corto y a continuación aseveró: «Lo que verdaderamente me asusta son los supremacismos, eso es lo preocupante.» Coixet le preguntó a la señora de la estelada si acaso sabía algo de las cosas que ella escribía. «La señora me miró y me dijo: ¡No lo sé ni quiero saberlo!» Los supremacismos quedan explicitados con claridad cuando detrás de las necesidades del nacionalismo, cualquiera que sea, se erige la necesidad de creer mejor que el otro.

A pesar de todo, la directora de Spain in a day (2016) o Marea Blanca (2012) no pierde la perspectiva y se lo toma todo con mucho humor, un humor que sabe transmitir con soltura, sin estridencias, incluso con encanto. Pero sobre todo con seguridad. Tal vez se deba al hecho de que sus orígenes son humildes, de que su carrera surgió de la necesidad, de que su abuela era taquillera de un cine. Un humor galvanizado que ni siquiera se quiebra cuando le preguntan por los asuntos fundamentales que la animan a hacer películas. Otra de esas preguntitas de Tolentino. De nuevo la cineasta mira al cielo y se aprieta la barbilla antes de contestar: «La falta de algo. Debo ser una mala feminista, a pesar de todo, porque yo eso de ser una mujer completa no lo comprendo muy bien. Yo trabajo siempre a partir de la falta.» Para Coixet, las búsquedas del creador tienen que ver con la carencia, con la incompletud. Cuando Coixet aún era una jovencita recibió el más importante consejo de su vida. Un día tuvo la oportunidad de acudir al rodaje de una película y cruzar unas palabras con nada menos que Robert Altman. Alguien le había dicho a Altman que Isabel quería hacer una película. «Entonces se me acercó y me dijo: Muy bien, pero recuerde usted, señorita, que lo primero de todo es escuchar.» Coixet creyó que no lo había comprendido bien e insistió: «Pero ¿escuchar? ¿Se refiera a escucharle a usted, señor Altman? ¡No, por Dios, a mí no (respondió el director norteamericano), a cualquier persona menos a mí!».

Hablando de su producción, se suele decir (quién no lo ha oído alguna vez) que el cine de Coixet es un cine femenino hecho por y para mujeres. «Me lo han dicho muchas veces». Pero Tolentino, en el otro sillón rojo, disiente nervioso. Por ejemplo: a él la cinta Elegy, de 2008, rodada por Coixet en Vancouver y basada en la  inmensa novela de Philip Roth The dying animal), siempre le ha parecido una película «muy de hombres». La directora mostró su acuerdo y, con un deje de humor en la voz, afirmó que ella siempre ha pensado que precisamente su cine estaba dirigido a los hombres. «Tal vez para hombres que sepan comprender a las mujeres.» Por cierto, acerca del debate intercontinental abierto recientemente entre el feminismo estadounidense de Hollywood y el feminismo de traje largo europeo, o dicho de otro modo, en el debate Mia Farrow / Katherin Deneuve sobre sus posiciones más o menos críticas en el tema de los abusos sexuales en el corruptible mundo del cine comercial, la directora catalana confesó sentir mucho respeto por la posición de la actriz francesa, a quien considera una mujer muy inteligente y que sabe perfectamente lo que dice. De todos modos, lo importante de este asunto es que las cosas están cambiando, y me temo que tal vez a una velocidad vertiginosa  para la cual (y esto lo digo yo) nosotros los hombres no estamos preparados.

Coixet que, aparte de su humor, también es de una modestia aplastante, confesó dos veces, una ayer y otra antes de ayer, en la gala de apertura del Festival, que aún no había ni escrito ni compuesto su gran documental: «Siento que todavía no he hecho un documental redondo.» Con la misma humildad con la que la cineasta catalana (y española) lo dijo, digo yo ahora estar completamente de acuerdo con ella. Su cine de realidad, de un valor documental obvio, acaso no puede competir con muchas de las cintas que este y otros años hemos tenido la suerte de ver en la pantalla grande del MiradasDoc. Hay que agradecer a Coixet la valentía de su humildad y la humildad de su valentía. Pero es que estamparle la firma a un documental redondo o perfecto, no digamos ya milagroso, jamás resulta tarea fácil y menos, como dijo Coixet anoche, cuando lo que quieres hacer es una peli que no sea de superhéroes, y añadió: «Entonces tu vida se complica de verdad.»

Francisco León

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