04 Feb Joaquín Estefanía: “Asistimos a una rebelión oculta de las élites, que no quieren pagar impuestos”
El periodista y economista, que formó parte del jurado de los premios Nacional y de Ópera de MiradasDoc, afirma que se está produciendo al mismo tiempo una “ebullición en todas las sociedades” y “una involución hacia posiciones conservadoras”
Joaquín Estefanía, maestro de periodista y economista, se desplazó a Tenerife como miembro del jurado del concurso Nacional y de Ópera Prima de la undécima edición del Festival y Mercado Internacional de Guía de Isora, MiradasDoc, y en esta entrevista no solo analiza la realidad social de la películas que le tocó evaluar, sino que se detiene en las consecuencias de la crisis en España y el mundo y en el periodismo.
¿Qué le ha parecido el conjunto de documentales que ha visto en MiradasDoc?
“Lo primero es que yo solo soy un buen aficionado al cine. Si tuviese que resumir una idea de qué es lo que he visto en los documentales, diría que lo que más me ha impresionado es que son documentales sobre los perdedores, los perdedores de la globalización en cada una de sus sociedades. Tengo alguno en la cabeza que no es exactamente sobre esto, pero es excepcional. En algunos de los buenos documentales que he visto, hay excelentes protagonistas, personajes reales que unifican una problemática de una etnia, grupo o lo que sea. Lo tercero que me ha interesado es que son desiguales, que no todos los documentales son igual de buenos. Los hay muy buenos desde el punto de vista formal, manieristas, pero que no tienen para mí interés real, y lo contrario. Hay documentales que son muy buenos desde el punto de vista de lo que cuentan, pero no lo son tanto formalmente”.
MiradasDoc siempre mira al cine que se hace en todo el planeta y que no suele llegarnos. ¿Qué opina de esto?
“Como decía, en general, lo que se expone de estas zonas geográficas son historias de perdedores, pero lo que ha sucedido en el mundo en la última década hace que los invisibles ya no sean los perdedores. Los perdedores han tenido que salir a la luz irremediablemente porque no tenía cómo sobrevivir. Los nuevos invisibles en España, en África y el resto del mundo son los muy ricos. Son personas que ante el temor de ser objeto de la indignación de la gente se han sumergido en sus propias urbanizaciones, en sus propias formas de vivir, en su propia educación, en su propia sanidad…y procuran no hacer ostentación de los signos externos”.
Eso viene sucediendo desde hace mucho tiempo en América, por ejemplo, donde hay urbanizaciones que son verdaderos cotos cerrados al resto de la población…
“Lo ha habido desde los años 60 o 70, pero ha crecido exponencialmente durante esta crisis. Podríamos hablar de una rebelión de las élites, que no quieren pagar impuestos porque creen que, como ya tienen su propia educación, su propia sanidad y su propia seguridad privada en su gueto, no tienen que contribuir con sus impuestos para cubrir las necesidades del resto de la población. Es una rebelión silenciosa, oculta”.
¿Cree que la orientación del voto va en ese sentido?
“Esto es muy interesante. Pese al fenómeno de la indignación, que se manifiesta a veces en partidos de extrema derecha y otras en partidos de extrema izquierda, cuando se produce una votación ganan los conservadores. En mi opinión, la diferencia principal ya no es entre derecha e izquierda, pero tampoco es entre arriba y abajo o jóvenes y viejos. Es entre establecidos y personas fuera del sistema, entre los que quieren el cambio y los que no quieren el cambio. Por las circunstancias que sea, los que no quieren el cambio son todavía mayoría”.
A veces los que no quieren el cambio están fuera del sistema…
“Por la alineación propia de la sociedad también hay gente que pertenece a la clase media o la clase media baja pero que tiene miedo y se manifiesta en función de esa incertidumbre que no se da solo en la política, sino también en la economía, en la filosofía en la cultura… En el último momento, cuando tienen que manifestar su voto, el temor predomina sobre las ansias de cambio. Esto explica lo que está ocurriendo. Por una parte, hay una ebullición en todas las sociedades, sobre todo entre los jóvenes, pero, al mismo tiempo, hay una involución extraordinaria en el mundo hacia posiciones conservadoras”.
¿Se explica así la victoria de Trump?
La de Trump y todo lo que está pasando en Europa. El pasado fin de semana se han reunido en Lisboa los presidentes de los países del sur de Europa. Hace dos o tres años el sur de Europa era la esperanza. Se creía que Portugal, España, Francia, Italia y Grecia iban a transformar las cosas. Dos años y pico después, España tiene un gobierno conservador, Francia va a tener un gobierno conservador…
¿Cómo ve la situación en España?
En estos momentos, en España se está saliendo de los peores efectos de la crisis de los años 2009 y 2010 una manera muy mediocre. Es el momento de hacer un balance de lo que ha supuesto la última década”.
¿Pero quién lo va a hacer?
“Los periodistas lo estamos haciendo y los sociólogos también. Ya hemos llegado a algunas ideas fuerza. La primera es que los principales perjudicados por la crisis han sido los jóvenes y ya hay datos. Hasta hace poco tiempo hablábamos de que nuestros hijos iban a vivir peor que nosotros. Ahora sabemos con datos que eso es así. Hay dos sectores que han sufrido más que nadie. Unos son los mayores de 45 años, que se han quedado sin trabajo y no tienen prácticamente esperanza de volver a tenerlo y otros son la generación bloqueada, la de los jóvenes que son perdedores materiales y emocionales, porque estudiaron, porque se lo creyeron, porque les dijimos… Y la realidad es que nada de nada”.
Esta realidad ha empujado a muchos a emigrar…
“Una parte, no todos. Según las cifras oficiales se han ido de España 700.000 jóvenes, pero el problema es que los que se quedan dentro son trabajadores pobres, contratados a tiempo parcial, de forma temporal, autónomos y falsos autónomos, becarios y falsos becarios, que se eternizan siendo becarios. Se ha fragmentado tanto el mercado de trabajo que están condenados a vivir en la precariedad. Esto es lo que ha quedado de la crisis. Por eso España no volverá a ser lo que eran antes del año 2007, aunque crezca al 3,7% como ha dicho esta semana el Gobierno. La realidad es que somos más pobres, menos iguales, estamos menos protegidos socialmente y laboralmente, somos más desconfiados y menos demócratas. De hecho, está aumentado el número de personas que confiesa que le da igual democracia o dictadura siempre que le resuelvan sus problemas”.
Hablemos de periodismo. ¿El panorama es tan negro como dicen?
“Si tuviésemos que hablar de las profesiones u oficios que más han sufrido el nuestro es el que más lo ha hecho. Porcentualmente más que la construcción. Han coincidido dos crisis al mismo tiempo. Una es la de todo el mundo, que hace que caiga la publicidad, de la que vive buena parte de los medios de comunicación, y la otra es la causada por la llegada de internet, el todo gratis. Nos encontramos con que no hay un modelo de negocio”.
Esto viene acompañado con la confusión propiciada por las redes sociales y a veces dudosa calidad de la información que ofrecen algunos medios…
“Bueno. Estamos en un momento de transición, en el que lo antiguo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de llegar. Estamos todos confusos. En las redes sociales y en la multitud de periódicos o web que han emergidos hay información buena e información mala. La experiencia nos dice que la información mala expulsa la buena del mercado, pero no soy totalmente pesimista. Conozco personas que salen de los medios tradicionales y crean periódicos digitales, pero no se sabe si van a sobrevivir. Tendrá que producirse el mismo fenómeno de credibilidad que tenían los medios tradicionales”.
¿Qué será de los periodistas?
“Tengo una anécdota de hace unos meses en A Coruña que describe el panorama. Se me presentó una chavalita muy joven con cámara de fotos, magnetofón, y todos los instrumentos con que van ahora y me preguntó qué tenía que hacer para ser buena periodista y yo le lancé el rollo: formación permanente, sentido común, rigor, constancia, no parar… Bueno, todo el rollo y ella me respondió: ¿Y todo eso por 600 euros?”.
¿Sigo recomendando a los jóvenes a ser periodista?
“Yo he sido 21 años director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma y lo dejé hace un par de años. Ahora no sabría qué decirle a los chavales. Para ser un escéptico de cualquier cosa antes hay que creer mucho y luego desengañarse, pero ahora los chicos llegan desengañados. Sin embargo, tengo que hablar de mi propio caso. Tengo una hija de 24 años que estudió Ciencias Políticas y que también tiene una madre periodista. Ella no quería saber nada del periodismo, pero, por circunstancias de la vida, a tres nos pillaron en Grecia todos los acontecimientos: el referéndum, el corralito, los refugiados, las manifestaciones…Ella decidió que ese era su Mayo del 68 y que lo que quería ser era periodista. Así que en casa de herrero… Quiero decir que lo recomendaría poco, pero, al mismo tiempo, creo que no hay profesión tan maravillosa”.
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