04 Feb Pinedo: “Hace 25 años que se abolió el ‘apartheid’ y para muchos negros sudafricanos nada ha cambiado”
El realizador compite en MiradasDoc en la categoría de ópera prima con la película ‘Noma’
El realizador vasco Pablo Pinedo reside en Sudáfrica y se gana la vida como cámara y director de fotografía, pero su camino en el mundo audiovisual se cruza con un activismo que tiene como principal fruto hasta ahora la película Noma (81’/2’16/Sudáfrica), con la que compite en el XI Festival y Mercado Internacional de Cine Documental de Guía de Isora MiradasDoc en la categoría de ópera prima. La cinta, una denuncia de los desahucios en las poblaciones negras de chabolas de Ciudad del Cabo, refleja la realidad de una comunidad para la que los veinticinco años que han pasado desde la abolición del apartheid no significan nada.
-¿Por qué ha optado por el formato documental para reflejar esta historia de desahucios y abuso policial?
-Mi intención como director es trabajar tanto en el documental como en la ficción. En el caso de Noma opto por el documental porque yo hago bastante activismo y ya grababa desde hace tiempo desahucios y las demoliciones de chabolas para documentarlos y para ser atenuador de la represión policial, que suele ser bastante hardcore en Sudáfrica. Incluso material mío de desahucios ha sido utilizado en un juzgado porque si pasas más de veinticuatro horas en una estructura se considera tu casa; entonces, para desahuciarte y demolerla necesitan una orden judicial, pero ellos no piden la orden judicial, sino otro documento que se obtiene mucho más rápidamente pero que no es válido. Con los metadatos de mis vídeos he demostrado que tal persona llevaba en una chabola desde hacía meses.
-Sin embargo, la película entremezcla ficción con documental.
-Bueno, a raíz de la documentación de la que disponía quise contar la historia desde el principio, porque a mí siempre me llamaban por teléfono, iba corriendo con la cámara y llegaba cuando ya estaba sucediendo todo. Entonces pensé hacer como si fuera una ficción para desarrollar una narrativa con la que darle a la película ese marco narrativo, esa dramatización, la música…, para transmitir las condiciones en las que vive esa gente, en una atmósfera bastante densa. Estuve grabando tres o cuatro meses mientras pasaba todo, luego estuve escribiendo el guion otros tres o cuatro meses y luego grabé todo el resto.
-¿No han cambiado las condiciones de la población negra en estos años? ¿El paso de Nelson Mandela no supuso una revolución cultural y social en Sudáfrica?
-Sí lo ha supuesto. Pero para esta gente no ha cambiado nada. En la policía, la mano de obra es negra, pero los puestos altos, los detectives y los comisarios, son blancos. Ha habido una transformación de las instituciones, pero los puestos de poder son blancos. Muchos son gente que ya estaba en las instituciones y han permanecido. Han pasado veinticinco años desde que se abolió el apartheid y para esta gente no ha cambiado nada. Al principio de la película hay una contextualización con imágenes de archivo de los años cincuenta en las que se ve que la gente vivía exactamente de la misma manera en la que está viviendo mi protagonista, Noma.
-¿Para qué ha servido entonces el paso de Mandela?
-Sudáfrica es un país tercermundista aunque no lo parezca. Tiene unos recursos naturales increíbles, pero está todo en manos de empresas y corporaciones extranjeras. Les dieron el poder a los negros, les dieron la oportunidad de organizarse políticamente, pero luego los negros se dieron cuenta: “¡Ay va, no tenemos el dinero…!”. Y gran parte del dinero sigue todavía en manos de blancos o de corporaciones extranjeras.
-¿Cuál ha sido el recorrido de la película desde que terminó la producción?
-MiradasDoc es el tercer festival al que vamos. Ha estado en el Festival Internacional de Cine de Durban; ese fue el estreno mundial y se llevó un premio de Amnistía Internacional de Sudáfrica. A raíz de ese premio ha tenido un poco más de repercusión internacional y también fuimos al festival FIPA, en Biarritz, donde tuvo muy buena crítica.
-¿Cree que películas como Noma pueden cambiar la realidad social de las personas que la protagonizan?
-No cambia su situación, pero esto es una cadena de eventos. Un documental puede generar una presión social y una presión social puede generar un movimiento social y un movimiento social puede crear un cambio en un gobierno o en una ley. Una obra audiovisual puede ser un catalizador. En mi caso la idea era hacer este documental y proyectárselo a la sociedad privilegiada sudafricana, que la mayoría son blancos. Mi teoría es que los blancos son los que no se quieren mezclar; las ciudades todavía están segregadas por la arquitectura del apartheid y eso todavía perdura en la psicología colectiva. La base del racismo está en denegar la humanidad de la otra persona, y con esta historia estoy humanizando la lucha por una casa. Y quiero enseñarle la película a gente que, por ejemplo, tiene en su casa una criada que es negra y que probablemente viva en una chabola, o la persona que te pone el café en el bar.
-El problema es que para que la población blanca vea esta película debería entrar en los circuitos de distribución.
-Sí, ese es precisamente el problema: Noma ha estado en dos cines en Sudáfrica, y la historia es que una película así tú tienes que querer ir a verla. O que la pasen en un canal de público mayoritariamente blanco. Estaría encantado de que la pasasen por ahí, aunque la gente tiene la opción de apagar la tele. Hay mucha desensibilización: cuando una familia negra corta una carretera con neumáticos quemados la noticia la dan con un tuit y nadie se preocupa de por qué han ido a la carretera a poner neumáticos quemados. La noticia la dan como quien da el parte meteorológico: “La carretera tal, cortada”.
-¿Qué impresión se lleva de MiradasDoc?
-Tiene un ambiente muy familiar, pero a veces es mejor así, porque en los grandes hay tanta cosa, tanta gente, que te es imposible hacer bien los contactos. Aquí todo es muy cercano, muy familiar.
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