Todo permanece intacto y bajo sus mismas reglas en Puntagorda, un pueblo perdido en la espesura al noroeste de la isla de La Palma, donde silencios, olvidos y fantasmas tienen su espacio desde tiempos remotos. En sus colinas, en un lugar que llaman El Topo, la vida también es dura y solitaria desde que se tiene memoria. Carmen lo sabe bien, que ha visto cómo toda su familia emigró a América o a la gran ciudad. Sus días pasan lentamente, sumida en las labores del campo hasta que un día regresa su hermana Elsa. La disputa por la herencia de unas tierras las mantuvo distanciadas durante cuarenta años y Elsa quiere solucionarlo antes de que sea tarde.
En el viaje la acompaña su hija Macu que es directora de cine. Para ella, filmar el reencuentro entre madre y tía y descubrir sus raíces mientras cartografía el espacio mítico de su familia era algo inimaginable. La investigación de Macu entre las huertas de la herencia desata las extrañas fuerzas que rigen el lugar. Lo sobrenatural se impone sobre la razón cuando descubre que una parte de la propiedad en disputa fue regalada a su tatarabuelo por un ánima. Ya no habrá excusas para que animales que hablan, espíritus ancestrales en forma de luces y fantasmas campen libremente por El Topo.