En el año 2008 MiradasDoc celebró su tercera edición y alcanzó, con ella, un esbozo más o menos definido de algunas de sus líneas argumentales más decisivas: la búsqueda de un cine preocupado por lo real a la vez que por el lenguaje en que lo real se expresa, el interés por un cine de observación que no rehuyera lo experimental, la toma de conciencia acerca de la importancia de un relato creativo como herramienta de privilegio para la construcción de verdad y, sobre todo, la idea de que la realidad, antes que la expresión de un mundo de hechos, es la consecución honesta de un sentido para los hechos. 2008 fue también el año en que, con el inicio de la crisis ya en marcha, comenzaron a dejarse sentir sus efectos en las sociedades occidentales: la idea de ‘sur’ que había presidido las ediciones anteriores se transformó así en un amplio panorama que miraba al mundo como el escenario de un conflicto que no podía definirse exactamente como social, porque se producía en un marco mucho más complejo en el que sobre las instrucciones de la sociedad se imponía, casi siempre, la huella del individuo. La programación de MiradasDoc se llenó por esa vía de personajes que se representaban, a la vez, a sí mismos, al lenguaje en el que se encarnaban y al mundo al que pertenecían.
Justo en ese año la película de Ari Folman Vals con Bashir supuso la eclosión de un nuevo modo de acceso a lo real, el documental de animación, que venía gestándose de antes —incluso desde los inicios del—y que planteaba preguntas de cierto calado al ámbito del cine documental. De modo natural —a la vista de su propio argumentario— MiradasDoc sintió una gran simpatía por este —no tan nuevo— alumbramiento en un espacio, el del cine de realidad, que ha visto cómo en las últimas décadas ha comenzado a dividirse en géneros diferentes. El documental de animación platea tres grandes retos a los creadores: la implicación necesaria de aspectos tecnológicos diversos que hasta ese momento se habían mantenido fuera del foco de los documentalistas, la resolución de problemas estéticos derivados de la puesta en relación de historias y procedimientos aparentemente contrapuestos y la toma de decisiones de índole filosófica acerca de la validez de la animación como herramienta de acercamiento a lo real. Tres cuestiones verdaderamente apasionantes que nos llevaron a iniciar un rastreo que a partir de ese momento comenzó a imantar sobre el festival algunos ejemplos de este tipo de abordaje a la realidad.
La muestra «Documental y animación: una propuesta sobre lo real» no pretende ninguna exhaustividad en la selección, ni ofrecer una historiografía del género: se trata simplemente de ofrecer una mirada sobre la propuesta del documental de animación y de acompañar, así, la creación una nueva actividad de MiradasDoc, el Laboratorio de desarrollo de proyectos documentales de animación que es resultado de nuestro enorme interés por este tipo de cine y del trabajo en común con Bridging the Gap. Esperamos que esta «reunión de amigos» alrededor del dibujo de lo real ofrezca una imagen cabal acerca de las enormes posibilidades de un género que ha ven dio para quedarse.