29 Ene El documental canario, en la agenda de MiradasDoc
El día de la inauguración de MiradasDoc Market es ya tradicionalmente el día en el que el Festival programa la exhibición de los documentales que compiten en el concurso al mejor documental canario. De esta manera se facilita al público el encuentro con los creadores del Archipiélago, que suelen trasladarse hasta el mercado para buscar directamente o a través de sus productoras la oportunidad de situar su producto en la esfera internacional prácticamente sin moverse de casa.
“Estamos viviendo un importante momento creativo en el documental, tanto a nivel canario como en estatal”, dice Nayra Sanz, que compite en el concurso canario con el corto Sub terrae, (7’ / 2017). “Están surgiendo propuestas de cambio del lenguaje cinematográfico, hay reflexiones muy interesantes; la paradoja es que, más allá de las ayudas y de los recursos que se puedan obtener para seguir realizando cine, una situación complicada es la exhibición”.
La directora grancanaria afincada en Madrid percibe “una endogamia muy fuerte dentro del mundo del cine, porque hay una especie de muro para exhibir más allá de los festivales, dado que las salas están vinculadas al cine comercial y las televisiones no apuestan por la creación. Poco a poco se resuelve el problema de la financiación, pero está el grave problema de la exhibición”.
Con menos detalle, Dailo Barco destaca la fase de distribución como una de las tareas que requieren una atención especial, además de “la fatigosa labor de la financiación”. El comité de selección del festival ha contado con dos películas del documentalista tinerfeño para incluirlas en el concurso Canarias de esta duodécima edición: Archipiélago fantasma (16’ / 2017), sobre la persecución y muerte de Guetón Rodríguez en la guerra civil española, y Las postales de Roberto (86’ / 2017), donde el isleño Roberto y el holandés Jan intercambian imágenes de la isla.
“Estamos en un momento en el que la balanza está desequilibrada. Ese cine que ofrece otra mirada vive en una torre de barro, más que de marfil, porque es muchísimo más frágil, es lo primero que se va en cuanto llega una tormenta”, apunta Sanz. La directora de Sub terrae prefiere no desvelar los pormenores de su obra. Tampoco quiere revelar el lugar donde se localiza la acción, porque “no importa el lugar del mundo, sino la experiencia sobre cómo el ser humano crea esos infiernos terrenales y lo que eso implica”, dice.
Al rodar Sub terrae, Nayra Sanz tuvo la ocasión de tropezarse con el infierno en el espacio de rodaje: “Ese encuentro me dejó trastornada como experiencia vital”. La autora plantea al final de su corto “una relectura del plano del cuadro El jardín de Las Delicias, del Bosco, porque el espectador queda “hipnotizado ante el cuadro del horror y eso genera algo desconcertante: estoy hipnotizada por algo que es terrorífico, no puedo dejar de mirarlo ni dejar de preguntarme sobre ello”, comenta.
El documental de Macu Machín, Mar inmóvil (11’ / 2017), es “un ejercicio lúdico a raíz del texto de Espinosa Lancelot 28º-7º, un reto superinteresante que nos propuso la Bienal de Lanzarote a los participantes en la edición de 2017”, explica la directora de Gran Canaria. El texto de Espinosa la llevó hasta las salinas de Janubio, donde los salineros se han fundido con el paisaje. “Me gustó mucho trabajar desde lo documental hacia la fabulación o el terreno de los sueños y contraponer el pragmatismo de los trabajadores de las salinas frente a la poesía de Espinosa”, dice Machín. La directora aborda también “la tensión entre paisaje y habitantes, que ya está en la obra del escritor tinerfeño, presente en el discurso del Lanzarote del siglo XX y que tanto influyó en César Manrique”.
Los dos trabajos de Dailo Barco muestran el interés del tinerfeño sobre la memoria y una reflexión sobre “hasta qué punto la imagen puede contar historias”. Esa inquietud lo lleva a reconstruir la persecución y muerte de Guetón Rodríguez en los años más duros de la guerra civil en Tenerife, a través de El ladrón de los guantes blancos, que el joven tinerfeño protagonizó. En “un juego de espejos”, Barco edita y monta con otro orden los fotogramas de una película en la que Rodríguez representó a un falso culpable, una especie de premonición que se materializó en los juicios con acusaciones falsas a los que fue sometido en 1936.
En Las postales de Roberto, el director tinerfeño se tropezó con unas imágenes a las que les descubrió posteriormente “una riqueza especial”, que le han permitido abordar “la mirada del extranjero y del isleño sobre las islas, una mirada común del extranjero en la construcción del paisaje, justo de una época en la que el turismo empezaba a extenderse”.
El catálogo de concurso canario se completa con 28 de agosto (7’ / 2017), del director Domingo J. González; Desayuno con pastillas (10’ / 2016), de Zac73dragon, seudónimo de José Víctor Fuentes; Pozo negro (4’ / 2017), de Miguel G. Morales; y El becerro pintado (9’ / 2016), de David Pantaleón.
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