La memoria de un nogal y una sonrisa

La memoria de un nogal y una sonrisa

Mother Derdo and the Walnut Tree (Serdar Önal / 68’ / 2017 / Turquía)

El director turco Serdar Önal (1981, Trabzon) explora la memoria de una víctima de la cristianofobia en Mother Derdo and the Walnut Tree. Sin pretensiones y con mucho respeto, Önal se acerca a Derdo, una mujer de unos setenta años que cada verano regresa a Komk (Bitlis), su pueblo natal, del que se vio obligada a emigrar a Estambul tras el asesinato de su marido en los años 70. A través del diálogo abierto ante la cámara, Derdo y otros personajes regresan a su pasado para recuperar de su memoria aquello que determinó su vida y la de tantos otros armenios cristianos que tuvieron que ocultar sus creencias, morir o emigrar.

En Komk los campos posan solitarios ante la cámara. Hay ovejas, algún árbol y el sonido del viento que arrastra a Derdo hasta los cauces de sus recuerdos. Allí, en el lugar donde el odio se hizo sangre, solo quedan tres mujeres que visten arrugas: sus dos vecinas y ella. Pero aunque el tiempo haya cubierto con el silencio del viento la historia, Derdo viaja cada verano de Estambul a Komk para observar las montañas y arropar a su nogal: su mayor tesoro, aún vivo, en esa tierra de castigo.

Derdo sonríe, se muestra cercana ante la cámara y el equipo de ayudantes que Serdar Önal lleva consigo. El tiempo ha escondido las heridas que el director turco consigue abrir con delicadeza, sin sensacionalismo, de forma calmada, sin perder la sonrisa de Derdo. Allí, en Komk, la vida rural es más dura que en Estambul, pero a Derdo no le importa; la anciana prefiere mirar hacia lo alto de su nogal que al cielo edificado de la capital turca. Sin embargo, aquel rincón del mundo que vio sus campos resecarse tras el riego de la sangre cristiana es también un lugar que, en cierto modo, le resulta ajeno. Se siente como una extranjera en su propia tierra.

Lo peculiar del relato se encuentra en la facilidad con la que sus personajes miran a la cámara, cierran los ojos, recuerdan y luego hablan sin lágrimas (con sonrisas en muchas ocasiones) acerca de lo que ayer fue tragedia. Derdo comparte una de sus múltiples historias mientras recoge las nueces de su nogal. Cada fruto que cae, un armenio asesinado por la represión musulmana. Cada fruto que cae, un capítulo de dolor en su vida. Derdo los recoge, los acepta, los abre y se los lleva a la boca. La vida le dio un carácter optimista, luchador. Derdo es madre y es abuela, es ese nogal que aún permanece en pie, sin olvidar su historia, con las raíces clavadas sobre el suelo deshabitado de Komk.

Durante el último tercio del filme, Derdo se encuentra lejos de su nogal. La distancia respecto al pasado abre nuevas lecturas sobre su historia. La Navidad decora una mesa repleta de comida, luces y alegría. Sus nietos son ajenos a un dolor que empujó a sus padres y a su abuela a una vida dura y difícil en la capital de la antigua Constantinopla. La resistencia cristiana subsiste en un pequeño árbol navideño vestido con ángeles de papel. Derdo resistió la amenaza del extremismo y la salvaje cristianofobia que maltrata la puerta oriental de Europa.

El retrato de su marido cobra vida en el rostro de uno de sus hijos. Derdo, a su lado, parece posar ante la cámara como si la historia hubiera sido otra. Resulta extraño que tanto dolor haya sido combatido sin perder el recuerdo, sin desprenderse de su identidad. En Armenia visita a su hermana, quien reconstruye la represión que los armenios soportaron a principios del siglo XX, cuando su madre fue asesinada y se vieron obligados a esconderse bajo una identidad falsa. Derdo se guarda una lágrima; la memoria no se agota, el dolor no se esconde. La vida continúa.

Serdar Önal construye esta historia con gran paciencia. El espectador asume los distintos capítulos del relato que narra Derdo y otros personajes. Önal mira hacia las ramas más verdes y jóvenes del nogal. En un retrato de familia, entrevista a los nietos de Derdo. Para ellos su historia ya no resulta presente. Observan al mundo como un espacio abierto. También hay respeto por la protección de una identidad generacional. En el pequeño pueblo de Komk, en la región turca de Bitlis, el nogal de Derdo sigue dando las nueces que alimentan, ahora, a sus nietos.

Attua Alegre

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