Salama: “Es mucho más eficaz un documental que lleve al espectador a cuestionarse cosas”

Salama: “Es mucho más eficaz un documental que lleve al espectador a cuestionarse cosas”

El director presenta al concurso nacional de MiradasDoc la cinta ‘Caballo de viento’, la biografía personal y política de un septuagenario español

Moisés Salama vive del cine, pero no de hacer películas. Es profesor de cine documental en la Universidad de Granada y director de programación y contenidos en el Festival de Cine de Málaga. Solamente ha hecho documentales cuando ha existido “una motivación muy de dentro”. Es el caso de Caballo de viento (90’/España/2017), película que compite en la categoría nacional del Festival Internacional de Cine Documental MiradasDoc. En ella, Salama retrata el presente y el pasado de un amigo cuya vida ha estado marcada por el compromiso político –desde Mayo del 68 hasta la indignación del 15-M–. Duda de la capacidad transformadora del llamado cine “de denuncia” y cree que “es mucho más eficaz un documental que lleve al espectador a cuestionarse cosas”.

Su documental nació como retrato retrospectivo de un amigo, pero terminó siendo una revisión generacional. ¿Cómo se llegó a este punto?

La idea surgió porque un amigo mío, Nando, que tiene ahora 72 años, venía padeciendo durante muchos años hepatitis C y de pronto le detectaron un hepatocarcinoma; entonces, un día, sentaditos en una tetería en Málaga, me comentaba su preocupación y su temor, y traía ese día un carrete de fotos de hacía cuarenta y tantos años que acababa de revelar. Eran unas fotos de caballos, de unos campesinos… Me emocionaron mucho porque tienen mucha fuerza. Cuando me fui a casa ese día, con esa información y con esa emoción que transmiten las fotos, pensé que quería hacer algo. Yo solo hago documentales cuando me sale algo que me motiva mucho; no vivo del documental, no soy un profesional, sino que cuando los he hecho –cinco o seis– siempre ha sido con una motivación muy de dentro.

Lo bonito fue que él dijo que sí y a partir de ahí se fueron sumando muchos amigos suyos. Y de pronto aparecían películas en las que salía el propio Nando picándose heroína en el año 73 en Francia y películas de esa época de sus amigos cineastas que apenas se conocían en España. También dimos con un hombre que trabajaba entonces en la Filmoteca, Luis Parés, que había hecho un ciclo de cine español en el exilio en Francia, y aparecieron unas joyas en las que a veces salían ellos. Conseguimos convocar a todo el grupo de los ácratas que hicieron las revueltas antifranquistas en las universidades de Madrid en los años sesenta y los reunimos.

Así fue como se fue dando el salto de lo personal a lo colectivo…

Sí, los reunimos en una finca de Ronda –eran unas catorce personas– para hablar de entonces y de ahora. Fue muy curioso: estuvimos dos largas jornadas seguidas charlando y el debate fue muy rico porque no coincidían entre ellos sobre el análisis del presente. Habían vivido un pasado común, tenían unos recuerdos emotivos y el reencuentro fue afectivamente estupendo, pero en cuanto a coincidencias ideológicas de compromiso y a su forma de vivir la política presente estaban muy en desacuerdo.

Y después hay una parte en la que Nando charla con un gran amigo suyo, Amador Fernández Savater, que dice esa cita de que “hay una juventud para cada edad”, o sea, que se puede ser joven con ochenta años; se trata de tener una mente conectada al presente, una mente contemporánea. Y eso es Nando, una persona que se implica en el 15-M, se implica en los huertos urbanos, en las colectividades. La película fue rodada entre 2015 y 2016 y acaba con la repetición de las elecciones, en junio de 2016. En esas elecciones había expectativa con el famoso sorpasso que iba a darle Podemos al PSOE, y el documental termina con Nando en su casa viendo la tele desde las ocho, con los primeros sondeos, que decían que el sorpasso era un hecho, y después, ya con los resultados reales… Nando recita un poema de Gil de Biedma en el que se transmite esa idea de que España no tiene solución. Un final muy pesimista.

¿Se puede hacer una lectura política de esta película o es meramente biográfica?

Bueno, la película ha estado en bastantes festivales –Cádiz, Sevilla, Toulouse, Marsella, Santiago…– y en los coloquios sale siempre la política, y resulta que estamos en unos tiempos en los que si eres de Podemos no puedes ser budista –y Nando es budista–; parece que hay que tener un perfil muy homogéneo y cualquier cosa le chirría a la gente. Nando reivindica el derecho a las contradicciones. Por ejemplo, a él de joven le gustaban los toros y era algo que estaba intelectualizado en la izquierda. Pero hoy poco menos que te pegan en la cabeza y se ofenden si te gustan los toros. Ahora hay que tener cuidado con todo…

Supongo que también se aborda en la cinta el asunto de la muerte.

Hay una broma que Nando y yo hacemos cuando presentamos el documental, que es que en la primera escaleta que yo hice estaba muy presente la enfermedad porque pensábamos que él podía morirse o que en todo caso la evolución de la enfermedad iba a marcar el tiempo de la grabación de una forma un poco dramática. Pero lo operaron dos meses después y salió muy bien; entonces yo le decía de broma que me había jodido toda la escalada dramática de la película y él me contestaba: “Hombre, si quieres que me muera por exigencias del guion…”.

¿Cómo se ve el cine documental desde su perspectiva de gestor?

En el festival de Málaga yo llevo ficción y documental, pero durante muchos años llevé solo documental. Con la edad que tengo, ese trabajo lo hago porque disfruto, aparte de que es un trabajo que se me paga. Pero disfruto en el sentido de que somos un equipo que nos entendemos y también es un termómetro para ver qué se hace y cómo va evolucionando tanto la ficción como el documental.

¿Cree que el cine documental tiene capacidad para transformar conciencias?

Esto da para mucho debate porque el documental siempre ha pretendido ser algo muy comprometido con la realidad de su tiempo, pero habremos de convenir en que el documental que se ha dado en llamar de denuncia es poco efectivo, ya que está hecho para los convencidos, son películas procausa; es como ir a un mitin a jalear. Como elemento transformador, es mucho más eficaz un documental que lleve al espectador a cuestionarse cosas. Esta película es incómoda y no le ha gustado al mundo de Podemos. Es incómoda porque Nando ha caído dos veces en la droga, se le ve pinchándose, salió de eso con la práctica budista… Pero él no tiene ninguna contradicción: habla de la droga con naturalidad, de cómo la vivió, de cómo la dejó; y eso hoy día…, la gente y el mundo de las redes… En fin, es algo tremendo.

Lleva apenas unas horas en MiradasDoc… ¿Cuál es su primera impresión?

Tenía muchas ganas de venir porque es uno de los cuatro o cinco festivales de referencia dedicados al documental; está consolidándose con prestigio y como una cita anual importante. Yo soy de los que defienden que ya que los documentales, desgraciadamente, no son tan atractivos para el público como el cine de ficción, los festivales tienen que atraer al público, demostrarle con una buena programación que el documental puede ser incluso más entretenido que muchas películas de ficción, y además permite comprometerse con las realidades.

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