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Sergei Loznitsa nació en Baránavichi (Bielorrusia) el 5 de septiembre de 1964, pero pronto su familia se mudó a Kyiv (Ucrania). Sergei entró al Instituto Politécnico de Kyiv en 1987, graduándose en Ingeniería y Matemáticas y comenzando a trabajar en el Instituto de Cibernética en el desarrollo de sistemas expertos e inteligencia artificial. Sin embargo, había ido desarrollando su interés por el cine y le surgió la posibilidad de acceder a una de las plazas que ofrecía el Instituto Estatal Ruso de Cinematografía de Moscú.
¿Era mi destino? Algo pasó, y entendí que tenía algo que expresar. No fue fácil. Fue en el momento en que todo cambió en la Unión Soviética. Aquello se derrumbó y vino el sentimiento de un nuevo tiempo, la libertad… toda esta ilusión. La otra opción era emigrar a Estados Unidos, Suiza o algún lugar y trabajar como matemático.
Allí dirige su primer cortometraje documental, Today We Are Going to Build a House (1996), por el que es premiado en Cracovia. Al año siguiente se gradúa con honores y cada uno de sus documentales será reclamado por certámenes cada vez más importantes, que aprecian la frescura con la que captura las vivencias de sus compatriotas. Todavía no bucea en el pasado ni trabaja con material de archivo, eso apareció a partir de Blockade (2006), brillante compilación de material filmado durante el asedio nazi a Leningrado. Sin abandonar las vivencias aparentemente simples de sus compatriotas, a partir de aquí serán cada vez más frecuentes sus incursiones en archivos fílmicos: en sus manos, cobran nueva vida los noticieros o las películas de propaganda, material con el que moldea un discurso crítico con la historia de la URSS.
Los cineastas no son peligrosos. Lo peligroso es la gente que no piensa. Sobre la propaganda siempre decimos “no soy yo el responsable de haberla hecho”, o “no soy yo como espectador el culpable, es alguien que pagó por esta propaganda”. No es cierto, ambos lo son: las personas que hicieron la propaganda y algunas de las personas que reciben ese material. La gente sin suficiente espíritu crítico la acepta y se deja engañar.
Su participación en obras colectivas junto a Cristi Puiu y Jean-Luc Godard (Bridges of Sarajevo, 2014), o Wang Bing y Aleksandr Sokurov (L’usage du monde: Vol. 1, 2010), le ubica entre los grandes autores. Y será precisamente en 2010 cuando se abra a la ficción con My Joy, cuyo estreno mundial tuvo lugar en Cannes, certamen al que volverá con En la niebla (2012), ficción ambientada en 1942 en la Unión Soviética ocupada por los nazis, por la que recibe el Premio FIPRESCI. A partir de aquí, alternará ficción y documental con la misma naturalidad con la que apuesta por formatos de corto o largometraje, generando un cuerpo fílmico armónico, en el que cada nuevo trabajo parece alimentarse del anterior.
Cada vez que hago una película de ficción quiero acercarme lo más posible a su frontera con el documental. Y, al mismo tiempo, en mis documentales quiero estar lo más cerca posible de la ficción. En mis documentales el objetivo no es mostrar la imagen que fluye más allá de la cámara, sino el concepto, las ideas que quiero formular.
Su cine va tomando un posicionamiento crítico hacia la pesimista realidad post soviética, lastrada por la pesada carga de la historia. Así, las políticas agresivas de Putin hacia Ucrania se irán convirtiendo en uno de los ejes de su cine hasta llegar a Maidan (2014), momento clave de su trayectoria en el que retrata con atinada rigurosidad formal los disturbios civiles acaecidos en la plaza central de Kiev entre 2013 y 2014.
¿Es posible pensar en Hamlet sin la muerte de Hamlet? Los sacrificios revelan la situación tal como es. Provocan horror, y este horror trae consigo algún tipo de revelación. Lo sorprendente es que las sociedades humanas todavía requieran sacrificios trágicos para poder formarse como sociedades. La libertad no es gratuita; siempre hay un precio que pagar por la dignidad humana. La cuestión es si la gente está realmente dispuesta a pagar el precio. Y si no están dispuestos a pagarlo, ¿podemos llamarlos seres humanos dignos? Siempre debería haber algo en tu vida por lo que morir. ¿Y por qué somos así? ¿Por qué los humanos son así?
Su torrente creativo funciona a pleno rendimiento, y será frecuente que cada año ofrezca dos y hasta tres trabajos, sin que la elección de metraje o lenguaje suponga un respiro en su modus operandi. Así, en 2015 triunfa en Sevilla con el largometraje The Event, al tiempo que estrena en Rotterdam The Old Jewish Cemetery, cortometraje filmado en Riga (Letonia), y en el que explora el lugar en el que se emplazaba un cementerio judío ya desaparecido, captando la vida contemporánea de un lugar donde más de 1000 judíos fueron asesinados por los nazis y enterrados en fosas comunes.
El espacio que antes ocupaba aquel viejo cementerio es ahora un lugar alienante para cualquiera que entre en contacto con él. ¿Qué hacer con los traumas históricos? ¿Debemos olvidarlos? Aunque mis películas no dan realmente respuestas a estas preguntas imposibles, inician un proceso mental. Inician la pregunta, intentan formular un problema y estimulan el cerebro.
Los festivales se pelean por sus obras, consiguiendo Venecia el estreno de Austerlitz (2016) y State Funeral (2019), y Cannes el de Donbass (2018), por el que recibe el premio a la mejor dirección. Es resaltable que, a diferencia de otros cineastas que ascienden al olimpo de los creadores, Loznitsa nunca ha dejado de lado el cortometraje como medio de expresión. De hecho, en 2020 filma un segmento de una película ómnibus junto a Jafar Panahi (Celles qui chantent, 2020) y que, bajo el título de A Night at the Opera, y a partir de imágenes de archivo, revisa con humor las veladas de gala organizadas en el parisino Palais Garnier de los años 50 y 60. Y, además, presenta Reflections. Director’s Cut, versión extendida de su participación en Bridges of Sarajevo (2014), en la que genera un puente entre el pasado y el presente de la ciudad, contraponiendo imágenes de 2014 con fotografías de hombres armados, tomadas durante el asedio de 1992.
La cultura puede extinguirse, y para que funcione cualquier estrategia que lo evite, se necesita tiempo, y no lo tenemos, debido a su rápida velocidad de desintegración. Quienes tienen la capacidad de pensar ya no están entre nosotros. La audiencia de los años 80 solía ser crítica. Hoy no es posible. La mentalidad se ha transformado. A los profesionales de un nivel superior se les ha lavado el cerebro. Están dormidos y no ven las cosas como son. Y lo único que puede salvar a la sociedad es la educación. Es necesario, porque puede dar a la gente una comprensión de lo que está sucediendo.
En los últimos años, Loznitsa ha seguido dirigiendo su mirada crítica al presente y pasado del mundo postsoviético. En la edición de 2023 de MiradasDoc compitió con The Kiev trial (2022), apabullante trabajo de montaje con imágenes inéditas del “Nuremberg de Kyiv”, que tuvo lugar en enero de 1946 en la URSS, y que fue uno de los primeros juicios de posguerra que condenaron a los nazis y sus colaboradores. En ese mismo año, estrenó en Cannes The Natural History of Destruction, que examinó la percepción del fenómeno de la destrucción masiva de la población civil alemana en la literatura europea de posguerra. Un año antes, con Mr. Landsbergis, revisitó la ruptura de Lituania con la URSS, trabajando con imágenes de manifestaciones, congresos del partido y la intervención militar soviética. Pocos antes presentó en Cannes una de sus obras más deslumbrantes, Babi Yar. Context, claro ejemplo de su maestría con el material de archivo, en este caso sobre el exterminio en apenas tres días de 33.771 judíos por parte de las tropas nazis en un barranco a las afueras de Kiev.
Pasé mi infancia en un barrio cercano a Babi Yar. Más tarde leí el libro “Babi Yar”, de Anatoly Kuznetsov. En aquel momento no aspiraba a convertirme en cineasta, pero soñaba con cómo podría convertir la historia en una película. Cuando me lancé a por este proyecto, solo sabía cómo debía empezar la película y cómo terminaría. Todo comienza con la intervención alemana en la Unión Soviética, porque el Holocausto comenzó con matanzas en masa en territorio soviético. Incluso hoy, 80 años después de la tragedia de Kiev, no hay consenso, no existe una narrativa histórica que involucre a la sociedad en nombrar, comprender y preservar la memoria de aquella tragedia.
Miguel Ángel Pérez Quintero
Programador en MiradasDoc
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