10 Feb CUANDO FUIMOS LOS MEJORES
CUANDO FUIMOS LOS MEJORES
Todo comenzó por el fin / Luis Ospina (208´)
BENITO ROMERO
Los años que van de 1970 a 1995 fueron los más convulsos de Colombia en todo el siglo XX a causa del conflicto armado que el Estado libró contra las guerrillas de extrema izquierda, los grupos paramilitares de extrema derecha, los carteles del narcotráfico y el crimen organizado. Los ataques hacia la población civil fueron especialmente sangrientos durante la década de los ochenta, una época oscura en la que el narcotráfico se disparó y las mafias de Cali y Medellín alcanzaron un enorme poder, tanto que entre ambas organizaciones criminales se generó una rivalidad que se saldaría con un enfrentamiento armado. De manera que ese cuarto de siglo constituyó un triste período de plomo y sordidez en el que el país padeció una violencia desproporcionada amparada por una administración corrupta y que parecía no tener fin a ojos de una ciudadanía cada vez más impotente. En resumen, Colombia fue, durante aquel tiempo infernal, un mundo duro y egoísta sacudido por el caos y la barbarie (de ahí que una de las numerosas voces que participan en Todo comenzó por el fin reconozca, sin un ápice de ironía, que «yo no hubiese aguantado en este país sin la marihuana»). Pero también en esos mismos años, en Cali (la ciudad más norteamericanizada del país gracias a que se habían asentado en ella multitud de multinacionales), surgió el llamado Grupo de Cali, un conjunto de jóvenes artistas que, entre otras iniciativas culturales, fundaron el Cine Club de la ciudad y la revista Ojo al Cine. Sus figuras más importantes fueron los directores y guionistas Carlos Mayolo (1945-2007) y Luis Ospina (1949-2019), así como el escritor Andrés Caicedo (1951-1977). Tras convertirse en el último superviviente de esa generación, a Ospina empezó a disgustarle la manera en que se estaba tergiversando el relato sobre ellos, así que, animado por José Luis Guerín, decidió ser él el encargado de documentar la historia del grupo. Fue así como nació Todo comenzó por el fin, una obra que rezuma totalidad desde su inicio hasta su desenlace, no solo por su excesiva duración (tres horas y media que en ningún instante se hacen pesadas), sino por el evidente compromiso personal con el que Ospina ha encarado el proyecto, hasta el punto de reconocer que todo cuanto realizó en sus cuarenta y cinco años de carrera fue el preámbulo a esta película monumental. Estructurada de manera muy básica (una introducción, cinco capítulos y un epílogo), Todo comenzó por el fin está compuesta por vídeos caseros del padre del director, imágenes de películas, series y documentales propios y ajenos y entrevistas en blanco y negro rodadas en diferentes épocas (tal y como ha manifestado el propio Ospina, se trata de un material que fue guardando a lo largo de su vida porque ignoraba en qué momento iba a utilizarlo). Íntima, emotiva y melancólica, Todo comenzó por el fin retrata a una generación de jóvenes aburguesados atrapados en el ambiente post-sesentayochista (la guerra de Vietnam, el movimiento hippy, el idealismo, el rock, las drogas, la libertad sexual) y víctimas del síndrome de Peter Pan (no por casualidad el narcisismo se halla muy presente a lo largo de todo el metraje de la cinta). Como admite uno de sus protagonistas, Carlos Mayolo, entonces «la juventud era la que tenía la razón». Iban a comerse el mundo, desde luego, pero la realidad es que fue el tiempo quien pasaría sin piedad por encima de ellos, igual que una apisonadora. El primero en vislumbrarlo fue Andrés Caicedo, acaso por eso decidió suicidarse a los veinticinco años (y el mismo día en que salió a la venta su primera novela, ¡Qué viva la música!, recientemente publicada, igual que sus Cuentos completos, por la editorial Alfaguara); en efecto, Caicedo se resistía a hacerse mayor, no soportaba desprenderse de la dulce juventud; o, dicho con las exactas palabras de Mayolo: «No quería saber nada del mundo que venía».
Por otro lado, resulta paradójico (y diría que incluso milagroso) que Ospina fuese el superviviente del grupo, siendo el que peor salud ha presentado de todos ellos (empezó a enfermar desde muy niño). Esa fragilidad que lo acompañó siempre le permitió asumir la presencia de la muerte con naturalidad («Mis obsesiones son la memoria y la muerte», afirmaría en una entrevista) y explica que Todo comenzó por el fin sea una película que trata sobre un tiempo pasado idílico, pero también sobre la autodestrucción y un presente incierto («Vivimos en el peor momento de la humanidad […] Es difícil ser feliz», reconoció Ospina en otra entrevista). Y si digo que prácticamente fue un milagro que Ospina fuera la última figura destacada del grupo de Cali en sucumbir a la parca no es por sensacionalismo: mientras se encontraba en la primera fase del proyecto, contrajo un complicado cáncer, suceso que se muestra al inicio de Todo comenzó por el fin. El propio Ospina comentó entonces (2012), desde la cama del hospital, que su único objetivo era disponer de la vida suficiente como para terminar la que consideraba que sería su obra definitiva, un justo homenaje a su generación, un trabajo de alto valor para entender aquel tiempo y a sus protagonistas. Y lo consiguió: la película se estrenó en septiembre de 2015 y Ospina moriría finalmente cuatro años después, en septiembre de 2019.