06 Feb DISCURSOS DE IDENTIDAD
De los nombres de las cabras / Silvia Navarro Martín, Miguel G. Morales (63´)
MANUEL E. DÍAZ NODA
Definir qué es Canarias, dónde está enclavada, cuándo se originó, cómo estaba formada la cultura aborigen antes de la llegada de los conquistadores y por qué a fecha de hoy sigue siendo todo esto fuente de discusión e investigación no es sencillo. En parte, como sucede con gran parte de la cultura europea, porque las bases históricas parten de componentes míticos o legendarios. Los primeros escritos, los anales que detallaban aspectos históricos sobre los que posteriormente se ha construido el discurso historicista, tienen en muchas ocasiones su base en una relectura de los mitos del lugar. Por otro lado, la historiografía nos ha enseñado también el uso político que se le ha dado a la documentación histórica. Sin ir más lejos, hoy en día nos encontramos como por parte de los partidos políticos la historia se retuerce y reconstruye para justificar determinados discursos. Es por esto que historiadores e investigadores han tenido que aprender a separar el grano de la paja para llegar a una lectura científica y no manipulada por otras miradas e intereses.
La trayectoria como documentalista de Miguel Morales ha destacado especialmente por su compromiso con el legado artístico de Canarias, analizando el arte desde el propio arte y situando en el contexto histórico y social la labor de los principales creadores del siglo XX en las islas. Junto con todo el trabajo de documentación y entrevistas, el montaje del material de archivo o la escenificación partían también de una concepción artística, y no únicamente expositiva, que representara el material analizado. Para su nueva colaboración con Silvia Navarro Martín tras Esclavos sin ser esclavos y Juana, han desarrollado un análisis de la figura de Luis Diego Cuscoy y su labor arqueológica en las cuevas funerarias de los guanches. De los nombres de las cabras utiliza también el formato de cine de apropiación, construyéndose exclusivamente por material de archivo del propio Cuscoy y de otros documentos históricos sobre la historia de Canarias, muchos de ellos inéditos hasta la fecha. Hasta aquí, sólo con este trabajo de documentación y la labor de construcción de una película documental a partir de estos materiales históricos ya sería de alabar; sin embargo, la intención de Morales y Navarro no va por ahí. No estamos ante un documental didáctico al uso, con una función informativa. Es más, el objetivo es precisamente lo opuesto a esto y está más enfocada a ese trabajo que comentábamos al principio de los historiadores para poder separar los datos científicos del discurso manipulado.
Durante la creación de De los nombres de las cabras, Miguel Morales llevó a cabo el cortometraje El Ángel Caído, otro trabajo de apropiación donde, empleando todo tipo de material fotográfico y fílmico de carácter histórico, el cineasta nos desvela o nos recuerda el peso que aún existe en Santa Cruz de Tenerife (y, por extensión, en Canarias) de iconografía franquista, alguna reconocida (como el monumento a Franco), pero también mucha camuflada por el olvido o el desconocimiento de la sociedad. De los nombres de las cabras pretende también desvelar cuánto de discurso político hay detrás de nuestra historia. Cuscoy, si bien en su momento fue depurado por sus simpatías con la Federación de Trabajadores de la Enseñanza de Tenerife, posteriormente fue miembro también de la Falange. Morales y Navarro consiguen engranar sus documentos arqueológicos con el discurso franquista que evidenciaba la importancia de Canarias para el régimen, extendiéndolo hasta los propios aborígenes de las islas o la aparición de la Virgen de Candelaria.
Los cineastas se adentran, por lo tanto, en un terreno de docuficción, donde a partir de todo este material de apropiación construyen una trama que evidencia la manipulación del texto histórico. En esto, la película se aleja también del tratamiento tradicional del documental, construyendo a través de las imágenes preexistentes un corpus artístico sugestivo y hasta metafísico, empoderando en este caso el mito para que quede expuesto ante el espectador. El trabajo de montaje y el uso de la música y el sonido, generando incluso un mensaje artístico en la propia degeneración temporal del material fílmico, enfatiza esa idea de que la verdad histórica de Canarias sigue oculta bajo esos textos, aplastada bajo capas de discurso manipulado.