03 Feb HERALDOS DEL FUTURO
Divinations / Sarah Vanagt (35´)
Martes 4 / 16:00 h. / Sala 1
¡Ah, cómo nos acordaremos de este planeta!
Villiers de L’Isle Adam
Un fundido en negro, extraños sonidos y la voz en off de un niño que parece predecir un futuro desasosegante para la ciudad de Bruselas son el punto de partida de esta propuesta fílmica de Sarah Vanagt. Quien contempla esta película entra como en una cámara oscura desde la que una voz infantil nos va guiando entre las que parecen ser, en un engañoso principio, placas de un microscopio que contienen restos orgánicos: plumas, hojas, fibras vegetales, formas imprecisas, líneas, puntos oscuros. El extrañamiento inicial del que parte Vanagt puede hacerle preguntarse al espectador: ¿Qué puede leer un niño en los desechos del mundo? ¿Qué proyecciones de futuro puede hacer su mente a partir de esos restos y sus imágenes abstractas? Sarah Vanagt (Bélgica, 1976) es directora de documentales y realiza video-instalaciones y fotografía. Su interés por la historia y algunas de sus atrocidades (no ceja en su empeño de seguir preguntando a las instituciones internacionales por qué no acaban de esclarecerse muchas de las ocurridas en la guerra de Bosnia) ha venido conjugándose con su atracción por el cine y sus orígenes, así como por el video-arte experimental. Entre otras, es autora de películas documentales como Begin Began Begun (2005) o video-instalaciones como Les mouchoirs de Kabila (2005), que ya centraban su punto de atención en el pensamiento de la infancia al poner su cámara ante niños que crecieron en la zona fronteriza devastada por la guerra entre Ruanda y República Democrática del Congo. Confrontación entre infancia y pasado e infancia y futuro, así pues, vienen a ser los ejes en los que se mueve la mirada cinematográfica de esta realizadora belga. En Divinations (En el que los niños predicen el futuro cuando se les pregunta sobre sus ciudades y el mundo) –así reza el subtítulo de este enigmático ensayo fílmico– Vanagt se convierte en flâneuse en cuyos paseos con algunos niños por sus respectivas ciudades (Bruselas, Atenas, Sarajevo…) va recogiendo todo tipo de restos y materias residuales con una cinta adhesiva. Esas improvisadas placas transparentes son las que, por medio de una vetusta linterna mágica –otro guiño más al interés de Vanagt por los orígenes del cine– serán proyectadas a niños, convertidos en ingenuos pero acaso certeros adivinadores de un futuro que en la mayor parte de los casos será siempre descrito con imágenes ciertamente aterradoras. “Proteger la ciudad de los vampiros…” , “ y veo una cabeza con dos alas, que me recuerdan a un ángel que intentará proteger Atenas y hacer que todo vuelva a la normalidad”… son algunas de las “visiones” que estos jóvenes verbalizan ante los restos tomados del suelo, de las plantas, de las paredes y sus grafitis, pasando a convertirlos –mediante mágica y clarividente transposición poética– en metáforas de un oscuro mundo que vendrá. El compromiso de Vanagt es doble: en primer lugar, el social, político y ecologista de dejar constancia de un mundo que ha inoculado, incluso en la niñez, la virulenta idea de que poco podrá hacerse para evitar que lo que nos resta no sea sino la triste certeza de que todo habrá de tornarse en oscura pérdida; y en segundo lugar, su compromiso está igualmente constatado en la práctica de un tipo de cine poco acomodaticio, que busca el diálogo tanto con la tradición de los inicios del cine como con cineastas de la experimentación más radical: desde Stan Brakhage y sus intervenciones sobre el celuloide con todo tipo de restos de plantas; pétalos, hojas, hasta las más recientes piezas de Jennifer West, pasando por el trabajo de Carolee Schneemann. No parece casual, por otra parte, que el título de la cinta venga a coincidir con el de otra de las piezas de una de las principales cineastas experimentales del siglo xx y cuya obra ha sido revisada recientemente al amparo del programa Xcèntric en el CCCB de Barcelona. Hablamos de Storm de Hirsch, maestra de un expresionismo y un lirismo del que también da muestras Vanagt. Estamos, por tanto, ante una mirada delicada y comprometida sobre una Europa y un mundo que tendrá justamente como única materia prima para su regeneración esos restos de la nada, la descomposición gráfica y matérica de una suerte de constelación: piedras, letras, fragmentos de cristales rotos, nervaduras de hojas secas…Sarah Vanagt nos obliga a proyectar nuestra mirada sobre los deseos y los miedos de unos niños que en su cinta se tornan heraldos del futuro, adivinadores de la negrura de un tiempo inminente.
RÉGULO HERNÁNDEZ