10 de septiembre de 1974. Guinea Bissau, un pequeño país del África Occidental, logra su independencia. Cientos de voluntarios europeos se trasladan al país, siguiendo sus sueños de un mundo mejor. Eran años de entusiasmo e idealismo, cuando la construcción de una nación social y justa en África era un sueño alcanzable. El tiempo pasó y esos sueños fueron golpeados por la realidad de agitación e inestabilidad política. La mayoría de los voluntarios regresaron a casa, pero sus memorias agridulces del paraíso perdido permanecen hoy tan vivas como el día que se marcharon.