Antes de que existiera Zimbabue, existía la escena del «Heavy Metal». En la década de 1970, la música rock resonaba en los municipios negros de Rodesia. Wells Fargo, una banda negra, estaba en el corazón de una contracultura ahora olvidada. En la Rodesia racialmente segregada, atacaron a audiencias multirraciales con una mezcla de rock pesado que entrelazaba el funk con melodías folclóricas. Lamentablemente, en el momento de la independencia, su música estaba asociada a la del «opresor».
Ahora, en sus años de puesta de sol, los únicos miembros supervivientes de la banda – Never and Ebba – colaboran con los cineastas. Son transportados a un lugar extraño -su subconsciente psicodélico- y a espacios físicos que evocan siluetas de su pasado y sombras de su presente. Sin embargo, el tiempo les ha robado su juventud. Su memoria a corto plazo ha comenzado a vacilar. Con un telón de fondo que insinúa una tragedia histórica, nos llevan a un viaje que, aunque fragmentado, nos ofrece una ventana a sus vidas mientras buscan a los hombres que una vez fueron. En el proceso, la película interroga el poder curativo de la expresión artística.
En última instancia, A Suitcase of Memories explora cuánto de lo que los artistas cuentan y hacen es exhibicionismo, y cuánto de ello es una sincera y a veces dolorosa auto confrontación.